Crónicas desde Sálama
22 abril, 2021Crisis energética
6 julio, 2021En diciembre del año pasado recibí un extraño mensaje en mi ordenador, tienes una solicitud de amistad, rezaba el asunto; extraña petición, pensé, para hacerla por ese medio. Hasta aquel momento mi cultura de Internet se reducía al uso del correo electrónico y a la navegación en busca de contenidos en portales y páginas web. Con la llegada de esa invitación, el universo de las redes sociales, como Facebook, se abrió como un fruto agridulce ante mis ojos. Agrio, por la contrariedad que me producía llamar amigo a un desconocido y hacer un uso inadecuado de una palabra tan valiosa, dulce por las promesas de transformación social que el medio parecía vehicular y que mis nuevos amigos no dejaban de señalar. Decidí investigar, acepté muchas invitaciones de perfectos desconocidos a ser su “amiga” y acepté también que inundasen mi ordenador de poemas, reflexiones, fotografías, vídeos, causas por las que comprometerse; y en medio de esa especie de logorrea o incontinencia verbal, recordé uno de los significados simbólicos que le da a la red Juan Eduardo Cirlot, la de ser «el arma de los que pescan en el océano del inconsciente que envuelve y devora», así que decidí, concientemente, dejar devorar mi intimidad por la invasión de las olas continuas de un inconsciente colectivo capaz de lo mejor y de lo peor, para poder comprobar si mis intuiciones acerca de la red eran ciertas o no, y disipar las dudas acerca de si las redes sociales on line pueden considerarse un modelo adecuado de propagación de ideas y formación de lazos sociales o es una nueva forma de consumir lo que nos dan, en este caso mercancía-información.
Tejiendo visiones sobre la red
Decidí entonces intentar ordenar en una unidad de significado, a través de este reportaje, todo esa avalancha de información que llega diariamente a mi portátil a través de Internet, a mi pequeño nodo, en esa vasta red de interconectividad en forma de boletines, anuncios, portales, webs, blogs, mensajes de Twitter, nuevos amigos en Facebook, documentales sobre la problemática ambiental en YouTube… y que, por su exceso, se percibe como un caos sin orden ni concierto. He intentado reflexionar sobre este medio que ha modificado totalmente la comunicación y la forma de relacionarse de muchas personas, a fin de comprender el uso adecuado de esa herramienta para atenuar mi propia brecha digital y la de otros lectores que no pertenecen a la generación de las redes informáticas.
A medida que avanzaba surgían muchas preguntas: ¿quién maneja la red?, ¿qué tipo de conocimientos se adquiere?, ¿cuáles son los lazos sociales que se crean?, ¿cuáles sus utilidades?, ¿cuáles sus riesgos?, ¿más información equivale a más desarrollo?, ¿es Internet un recurso que contribuye a la democratización de los sistemas de información?, ¿es relevante la información que circula en Internet?, ¿quiénes pueden acceder a ella?, ¿en qué condiciones?
Consciente de que ante cualquier objeto sobre el que se reflexiona hay posturas, críticas o apocalípticas, como diría Umberto Eco, que sólo ven el aspecto negativo, posturas apologéticas que sólo ven los aspectos positivos y posturas eclécticas o intermedias, busqué a través de la red, vía e-mail, vía redes sociales, Facebook, Twiter, Myspace, a través de blogs y webs, y por supuesto de mi biblioteca en papel, autores y usuarios que me ayudasen a construir una visión ordenada sobre Internet, y concretamente sobre las redes sociales; que me ayudasen a aproximarme a esa cultura cibernética que tiene atareada frente a las pantallas a una parte de la sociedad mundial —por supuesto, no a la gran mayoría que queda separada de esta tecnología por la llamada brecha digital—, y a vislumbrar de alguna manera la utilidad de esta herramienta digital. Pretendía discernir si hay una manera correcta de usarla para no ser usada por ella por ignorancia de lo que supone esa interfaz planetaria o por la incapacidad de asumir los grados de complejidad cada vez más elevados en el procesamiento de la información.
Esta necesidad de orden, de significado, de convertir en conocimiento práctico esta sobreabundacia de información, está desde hace tiempo en la sociedad: «Si queremos salvarnos de morir ahogados por los medios que nosotros mismos hemos creado, primero debemos observarlos y luego entenderlos; si no desarrollamos una actitud reflexiva frente a ellos, terminarán por “ahogarnos”», decía Mac Luhan, teórico de la comunicación, hace ya unas cuantas décadas.
Hay necesidad de reflexión, de aprendizaje social sobre un medio de comunicación que modifica poderosamente el mensaje, incluido el lenguaje. Debemos preguntarnos qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, por qué lo estamos haciendo, hacia dónde vamos, cuál es el futuro de este nuevo espacio, de qué antecedentes se nutre, a qué propuestas ayuda o suma (y resta). O, como decía el sociólogo Manuel Castells, uno de los autores de referencia en el campo del estudio de la sociedad de la información: «Las nuevas tecnologías de la información no determinan lo que pasa en la sociedad, pero cambian tan profundamente las reglas del juego, que debemos aprender de nuevo, colectivamente, cuál es nuestra nueva realidad, o sufriremos individualmente el control de los pocos (países o personas) que conozcan los códigos de acceso a las fuentes de saber y poder».
No es baladí, pues, intentar comprender la herramienta, en este caso tecnológica, ya que modifica poderosamente el mensaje por su inmediatez temporal y por la desaparición de las fronteras espaciales, y «no basta con lograr una comprensión funcional de cómo se usa, sino que es preciso alcanzar una comprensión global de las tecnologías y actividades implicadas. Habría que añadir: y de sus consecuencias, no siempre benignas y a veces hasta patológicas, como puede suceder cuando un desarrollo desequilibrado de la infociudad convierte a los humanos en “procesadores y paquetes de información”» (F. Sáez Vacas catedrático de la E. T. S. de Ingenieros de Telecomunicación).
Características de la red Internet.
Empecemos por lo tanto a buscar respuestas describiendo el continente, Internet, la red de redes, para concretar en el reportaje algunos de los contenidos que más pueden interesar a organizaciones como la nuestra: la utilización de las redes sociales como herramientas para dinamizar las movimientos sociales, para que las ONG amplifiquen la difusión de sus objetivos, para lograr financiación, para avanzar en la defensa de la naturaleza o en la construcción de una sociedad más sostenible. Definamos primero, pues, el continente en el que se mueven todos esos contenidos, el océano digital desde el que rompen, como olas infinitas, miles de propuestas de hacer lo social en red.
Internet es interconexión de redes informáticas, una red de redes a escala mundial de millones de ordenadores interconectados con el conjunto de protocolos TCP/IP, que es como decir que todos hablan el mismo lenguaje para ponerse en contacto unos con otros. Nace como tecnología militar en los Estados Unidos para conectarse en caso de ataque nuclear. Una vez más la guerra sigue siendo en las sociedades modernas la fuente principal de motivación para el progreso científico y tecnológico.
Uno de los servicios más importantes de este sistema de red es el http un protocolo de transferencia que forma la base de la totalidad de información distribuida denominada World Wide Web o Web, también conocida como la “telaraña” o “maraña mundial” (una vez más el significado simbólico de torbellino devorador que tiene la telaraña, vuelve a aparecer). Esta Web permite acceder de una manera más organizada a la información disponible en Internet. El aspecto exterior de la WWW son las conocidas “páginas web”. Internet permite también el correo electrónico, el acceso a grupos de noticias, los foros de debate, las conversaciones en tiempo real, las redes sociales y otros muchos servicios que se renuevan a diario y nos someten a una corriente trepidante de nuevas utilidades y apenas hay maniobra para aprender a usarlas. Velocidad, velocidad, velocidad, ¿incertidumbre, riesgo y accidente?
La Web ha ido evolucionando y, como señala Dolors Reig en su blog “El caparazón”, hemos ido pasando de la Web 1.0 donde no hay interacción entre los usuarios a la Web 2.0, la red social, «en la que somos nosotros los que elaboramos la información de forma continua, hay muchas fuentes, la información está distribuida, ninguna noticia es del todo cierta, todo está sujeto a discusión; por eso es social; más que información es conversación». Muchos critican, por otro lado, que toda fuente que aparece en la pantalla tenga el mismo peso y credibilidad que cualquier otra; ninguna autoridad tiene ningún privilegio con respecto a otra y eso dificulta el juicio crítico si no hay en el usuario una sólida educación previa.
Para algunos autores, la Web va a seguir evolucionando hacia la Web 3.0 o Web semántica, donde la información sería descentralizada en el sentido que cada uno personalizaría la información que le llegase, y así se resolvería el principal problema de la Web 2.0 que es una sobrecarga de información, una especie de diarrea informativa que descompone la vida diaria de muchas personas, que se ven asediadas por un tsunami de información que rompe los nervios del usuario, ante cien correos sin contestar, trescientos nuevos amigos sin atender, cuarenta fabulosos documentales o power points para visionar. Según estos autores, gracias a tecnologías cada vez más inteligentes se iría estructurando toda la información y se resolvería ese caos, alcanzando un conocimiento organizado. Pasaríamos de la sociedad de la información a la sociedad de la comunicación.
Dimensiones espaciotemporales de la Red.
La circulación y el acceso a la información han adquirido dimensiones estelares. Esta dimensión de envolvimiento de todo el planeta por redes mediáticas está destruyendo la noción tradicional de espacio, pues como afirma Sáez Vacas: «El usuario de infotecnología vive cada vez más tiempo en lo que podríamos llamar infociudad», que él mismo define como: «El espacio informacional donde los humanos de sociedades desarrolladas, mediante terminales con botones, teclas, pantallas, contraseñas e identificadores varios, se comunican y realizan una parte creciente de sus actividades habituales y otras muchas nuevas». Este autor ha reflexionado profusamente sobre la coexistencia de este nuevo espacio con la ciudad clásica, que es transformada, sustituida, complementada, según los casos, por este espacio virtual en el que actualmente se puede comprar, vender, trabajar, relacionarse, ver cine, escuchar música, dar conferencias, pagar a hacienda, hacer transacciones económicas, leer la prensa, hacer la guerra, construir una novela o una ópera cooperativa. Como dice Paul Virilio, «la consecuencia es que el lugar físico como espacio topológico deja de tener importancia, al imponerse el lugar virtual. La realidad virtual sustituye a la propia realidad. El encuentro se realiza en los nichos y redes de internet, y no en los espacios públicos como son las plazas y cafés de una ciudad». Esta filosofía de la suplantación de la realidad tangible le parece a este autor uno de los signos actuales del probable derrumbe del sistema global. Por su inmediatez, el mundo es más frágil que nunca.
Tiempo y espacio, coordenadas esenciales para entender al Realidad, en la que se manifiesta la naturaleza, se ven profundamente modificados.
Nos encontramos, pues, con dos discursos, positivo y negativo, acerca de esta nueva dimensión que se abre en las ventanas del ordenador creando una realidad virtual, es decir «un entorno sintético, una realidad perceptiva sin soporte objetivo, sin red extensa, ya que existe sólo dentro del ordenador. Una pseudorrealidad alternativa, perceptivamente hablando» (Wikipedia). Para Manuel Castells, lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad-red, que es la sociedad en que vivimos.
Por lo tanto, jugaremos a lo largo del reportaje a imbricar estas dos visiones, pues los indudables frutos propios del discurso optimista de la tecnología formulado por los técnicos y su criterio de éxito, deben ser conciliados con el discurso sobre la tecnología desplegado por filósofos u observadores sociales, que tiende a ser crecientemente negativo. «Asistimos al fin del tiempo histórico, de la larga duración, el del tiempo local de las sociedades inscritas en los territorios dados, de las alternancias diurnas y nocturnas, de los usos y horarios, de las generaciones. El tiempo mundial, el de la inmediatez, la instantaneidad y la ubicuidad destruye los fundamentos de la historia al suplantar las temporalidades locales. La historia se vuelve estadística. Ya no está exocentrada sino egocentrada en el presente perpetuo. Y este nuevo régimen del tiempo astronómico o universal carece de referencias en cuanto al destino de los hombres» (Paul Virilio).
Se percibe un temor por parte de muchos autores al peligro de un dominio totalitario del mundo virtual. «La atomización social es cada día mayor, y la anomia también, sobre todo en las metrópolis. Se han desarticulado en gran medida las redes comunitarias de relación social, especialmente en los espacios altamente urbanizados, lo cual ha agravado la soledad. La nueva sociedad de masas es una muchedumbre solitaria. Y hay un creciente malestar social en la sociedad del bienestar en crisis» (R. Fernández Durán en su texto «Tercera Piel, Sociedad de la Imagen y conquista del alma»).
La mirada optimista. La red social
Ya advertidos, pasemos ahora a tejer el discurso con las palabras de los optimistas, los que piensan que, merced a sus posibilidades de utilización, podemos estar ante una herramienta profundamente transformadora; son los autores que resaltan la capacidad de influencia que esta herramienta pone en mano del ciudadano frente las formas clásicas de poder organizado, como ocurrió en el Foro Social Mundial originado en Porto Alegre, que aparece como una de las formas más novedosas de organización activista global en red. Para Manuel Castells, Internet es la sociedad, expresa los procesos sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales y señala que «como todo proceso de transformación histórica, la era de la información no determina un curso único de la historia humana. Sus consecuencias, sus características, dependen del poder de quienes se benefician en cada una de las múltiples opciones que se presentan a la voluntad humana».
Navegando en la Web se escuchan voces de los usuarios agradecidos a esta herramienta: «Nos vincula con emociones y saberes conectados; nos da la oportunidad de encontrarnos con múltiples puntos de vista; nos genera múltiples redes de relaciones y conversaciones que alteran profundamente la estructura de nuestra sociedad y de nuestra conciencia. Internet es un caleidoscopio de sentidos, en donde la mirada de los otros nos proporciona una visión diferente del mundo que, hasta hoy, yacía confinada en la matriz mental de la racionalidad» (Andres Schuchny). Amas de casa solitarias, o inmigrantes recién llegadas, hablan de lo que sería su soledad sin Internet. Se habla de «una cultura emergente, basada en el hecho de compartir, en la que hay que incluir los blogs, los wikis, las fuentes abiertas (open source), el intercambio P2P, etc. Ya millones de personas, que antes eran meros receptores, han pasado a ser participantes muy activos, cuando no coautores o coproductores en distintas redes sociales, frecuentemente sin interés económico personal» (Sáez Vacas).
Diversos estudios colgados en la Web intentan demostrar que la utilización por parte de los adolescentes de las redes sociales no sólo no es una pérdida de tiempo, sino que resulta valiosa en cuanto al cultivo de habilidades sociales y técnicas. Para la profesora Ángeles Rubio, la juventud manifiesta mayoritariamente que se siente «parte de algo»; los jóvenes valoran especialmente la oportunidad de relacionarse sin impedimentos y, además, usan la Red no sólo para el entretenimiento sino para la formación y la búsqueda de trabajo.
Los más entusiastas, como el profesor de antropología Michael Wesch, que se ha dedicado a explorar el impacto de las nuevas tecnologías en la interacción humana, pregona través de YouTube, en su primer video Web 2.0… The Machine is Us/ing Us, con más de siete millones de visitas, que ahora tenemos «la posibilidad de vivir nuestra humanidad sin miedo ni ansiedad».
Los movimientos sociales e Internet
Preguntémonos ahora la relación de los movimientos sociales con Internet. La doctora Meritxel Roca, investigadora del Internet Interdisciplinary Institute nos contesta que estos movimientos «han encontrado en Internet un aliado muy valioso porque confiere al carácter reivindicativo de los mismos un canal de difusión rápido, eficaz y sobre todo global. Internet es para los movimientos sociales un enorme altavoz que no entiende de fronteras. En mi opinión, la relevancia de Internet respecto de la movilización social atañe básicamente a los aspectos espaciotemporales. Recordemos por ejemplo el trágico 11-M: en un período muy breve de tiempo, los mensajes de movilización circularon entre miles de personas. Si hubiéramos tenido que difundir ese mensaje por los medios de comunicación convencionales, es decir, prensa, radio y televisión, probablemente las concentraciones ante las sedes del PP hubieran sido minoritarias, reduciéndose a un limitado grupo de amigos y conocidos. Las nuevas tecnologías permiten que los ciudadanos de a pie también tengan la posibilidad de difundir mensajes de forma rápida y efectiva».
Para esta autora y otros muchos, la llamada Web 2.0 aporta una serie de herramientas orientadas a la participación; la posibilidad, pues, existe; el gran reto es conseguir motivar a los internautas y a la ciudadanía en general. «El gran problema que se plantea es cómo, desde lo local, se puede controlar lo global, cómo desde mi vivencia y mi relación con mi mundo local, que es donde yo estoy, donde yo vivo, puedo oponerme a la globalización, a la destrucción del medio ambiente, a la masacre del tercer mundo en términos económicos. ¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc., pero que se constituyen, se organizan y se desarrollan a partir de la conexión Internet, es decir, conexión global, de movimientos locales y de vivencias locales. Internet es la conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad» (Manuel Castells).
Para José Luis Molina, profesor de antropología de la UAB, Internet hace posibles las movilizaciones con un esfuerzo menor y con una sensible reducción de costos en cuanto a comunicación y coordinación. «Es una buena plataforma para hacer activismo social, especialmente en los temas medioambientales». Eso sí, nos matiza, «el trabajo en red es condición necesaria, aunque naturalmente no suficiente». Para Juan Lopez de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace, al que también hemos convocado a participar en este reportaje en red, «Internet es una herramienta de comunicación directa entre las organizaciones ecologistas y el público. Ha supuesto un salto cualitativo: ya no hay intermediarios para comunicarnos con la gente. Nuestro mensaje puede llegar más directamente y cada vez a más gente. Además es una herramienta para el activismo. Nuestras iniciativas en la red o en las redes sociales cada vez cuentan con más ciberactivistas».
Las redes sociales
Analicemos, pues, las redes sociales como herramientas para las ONG y las fundaciones que luchan por cumplir unos objetivos que benefician a toda la sociedad. Definamos primero el término. Las redes sociales han existido siempre; el fenómeno relativamente nuevo es el uso de Internet para crear estas redes sociales en el ciberespacio, las cuales parten del concepto original de las redes en el mundo físico, como formas de interacción social entre personas con intereses similares y que fomentan la colaboración y el intercambio ágil de información entre los usuarios. Las redes sociales más conocidas son Facebook, Hi5, Myspace y los blogs o bitácoras, Twitter, Flicker, Delicious; los wikis (sitios web que permiten la edición de sus contenidos por parte de las personas que acceden a ellos, con ciertas restricciones mínimas) son también Web 2.0. En estas comunidades, un número inicial de participantes envían mensajes a miembros de su propia red social invitándoles a unirse al sitio. Los nuevos participantes repiten el proceso, creciendo el número total de miembros y los enlaces de la red. Como si de células se tratase, van uniéndose, conectándose, extendiendo su red de influencia más allá de las fronteras espaciotemporales.
El ritmo de crecimiento de usuarios de estas redes crece e forma trepidante; se habla de 57 millones de usuarios en Myspace o Facebook, 23 millones de personas que visitan YouTube, 64 millones de personas que comparten fotos en Flickr. Cada día los usuarios de Twitter crecen entre cinco y diez mil. En el 2007 se donaron on line diez billones de dólares, convirtiéndose este medio en uno de los favoritos para quienes hacen donaciones, y, según las estadísticas, el 52 % de esos donantes usa estas redes sociales, por lo que las ONG están empezando a conectarse a esta web social. WWF, UNICEF, Greenpeace, Oxfam, Amnistía Internacional, Ecologistas en Acción, la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que tiene perfil en Twiter, FaceBook, Issu, …
Para Cheri Hegi, directora creativa de Primal Media el valor real de las redes sociales es que aprovecha exponencialmente el boca a boca. La organización Epic Change usó Twiter para sacar 11.000 dólares en solo 48 horas para ayudar a construir una escuela en Tanzania, la mayoría de los donantes nunca antes habían hecho ninguna donación a esta organización. Y funcionó porque el mensaje era claro, «fácil de entender, fácil de dar». The Dollars for Darfur un grupo de Facebook, que tiene más de 5.000 estudiantes consiguió unos 150.000 dólares para ayudar a parar el genocidio de Sudán; funcionó porque se encauzó el poder de la gente joven, pues, como dice Ángeles Rubio, «los jóvenes, al ser generadores de nuevas pautas y de esa tendencia a la transgresión propia de la edad, pueden quedarse en el uso lúdico de la Red sin mayores aspiraciones o, por el contrario, como sucede en muchos casos, emplear sus potencialidades para la comunicación, la asociación, la vindicación y, en general, el apoyo de causas que por derecho les son propias, como el desarrollo sostenible. En este sentido, se están produciendo permanentemente iniciativas a través de la red, como marchas por la paz o en defensa de entornos naturales concretos (como nuestra bahía de Santander por ejemplo), consiguiendo que la información y las iniciativas sean del interés de los agentes sociales y los medios tradicionales».
No hay que olvidar que Internet está lleno, entre otras cosas, de dinero, que como dice el director de Triodos Bank, Esteban Barroso, es una posibilidad; así que las principales organizaciones del mundo están empezando a realizar su propio aprendizaje social ante esta herramienta, para “pescar” dinero en ese bosque de la economía global que circula por Internet y utilizarlo para causas más nobles que especular en bolsa a través de la red.
Pero no sólo se trata de captación de fondos y sensibilización, que sería otra de las acciones más importantes que las entidades sociales pueden realizar en el campo de las redes sociales. Hay otros muchos objetivos que se pueden conseguir con la llamada Web 2.0 y las herramientas que proporciona: fomento de la participación interna en las organizaciones, mejora de la gestión del voluntariado, ampliación de la base social, comunicación interna y externa… Sin olvidar que una ONG, al igual que cualquier otro organismo o empresa, precisa de una cierta presencia en los medios de comunicación para lograr mayor número de voluntarios y benefactores, y hoy los medios son la red.
Para los analistas del medio, contar con un blog facilita un seguimiento frecuente y atrae a nuevos seguidores. Las cuentas en las redes sociales contribuyen a una comunicación dinámica con sus miembros, al tiempo que se logra una mayor presencia dentro del colectivo juvenil. A través de Twitter se puede mantener informados a todos los interesados de una forma rápida y muy directa.
Fundaciones como Èxit explican a sus seguidores en Facebook cómo colaborar económicamente (ya sean particulares o empresas) y qué actividades proponen a futuros voluntarios. Otra entidad, la ecologista WWF, aprovechó esta red social para reclutar activistas que el pasado 28 de marzo se sumaron al apagón mundial de una hora por el medio ambiente. Los miembros brasileños de la asociación Avaaz hicieron, en tan solo dos días, 14.000 llamadas telefónicas y enviaron 30.000 mensajes electrónicos a la oficina del presidente Lula. Con ello, lograron detener en el último momento la promulgación de una ley que habría entregado gran parte de la selva tropical del Amazonas a la explotación agroindustrial.
Ejemplos
Hay muchos más ejemplos de cómo los movimientos sociales medioambientalistas pueden utilizar la red. La Fundación Félix Rodríguez de la Fuente se ha sumado a la web social con su Plataforma de Comunicación RUNA que pretende recoger y difundir por Internet las claves tradicionales de gestión del territorio que son favorables a la biodiversidad, antes de que desparezcan, y recuperar población humana en pueblos ubicados en zonas que se están quedando abandonadas, a pesar de su valor natural, impulsando el desarrollo de la sociedad de la información rural. Y con el portal Agenda Viva digital, que traslada nuestra revista al entorno web, seguiremos plantando semillas de conciencia y ofreciendo soluciones prácticas al dilema de qué hacer para mejorar la calidad de la vida y del entorno.
Hay también ejemplos de movimientos sociales como la Red WWOOF (Oportunidades en Granjas Orgánicas del Mundo), que han sabido usar las redes sociales informáticas para sacar al ciudadano de la pantalla y hacerle viajar por todas las granjas ecológicas del mundo realizando un intercambio de trabajo por estancia, y que está formando a muchos jóvenes en las bondades planetarias de la agroecología. Se trata, pues, de una red que utiliza Internet para sembrar cultura rural y biodiversidad. O el caso de GEN (Gaia Trust/Global Eco-village Network), que está proponiendo, por todo el planeta, una serie de ejemplos a escala humana de lo que puede significar en la práctica “vivir sosteniblemente” en diferentes tipos de hábitats, en ciudades, suburbios y zonas rurales, y en diferentes tipos de climas, diferentes culturas, etc. Forman así una red por la que circulan anualmente miles de personas que llevan esas ideas a sus lugares de origen.
El otro lado de Internet. Quién controla la red
Podríamos llenar cientos de hojas con las utilidades de esta herramienta, pero antes de continuar, vuelven a surgir nuevas preguntas ante la fascinación de esta supuesta revolución que todos aplauden, la derecha, la izquierda, las multinacionales y los activistas que las combaten, los ingenieros y los artistas. ¿De quién es Internet? ¿Es realmente una herramienta de empoderamiento, como sostiene algunos, que sirve para liberarnos, ser más activos, interactivos e independientes? ¿Son limpios los fines de la revolución informática? Jerry Mander, director del Foro Internacional sobre Globalización nos empieza a contestar: «Se sabe que las multinacionales están verdaderamente interesadas en esta “revolución”, portadora, según ellas, de potencia y libertad. Mientras tanto, los políticos quieren conectar todas las clases a la red a pesar de la ausencia de estudios sobre el tema que muestren que la inmersión en el mundo virtual hace a los niños más creativos, más vivos y no lo contrario». Tanto interés por los mismos agentes que nos están llevando a la ruina planetaria invita, una vez más, a reflexionar.
Es evidente que los ordenadores nos ayudan a organizar nuestro trabajo, escribir, diseñar páginas web, organizar manifestaciones gracias al correo electrónico, pero hay varios aspectos que no podemos olvidar en este análisis. Los ordenadores violan vuestra vida privada y permiten el desarrollo de una industria floreciente especializada en la venta de informaciones que nos conciernen. Otro aspecto es la contaminación que produce esta floreciente industria que presume de ser de las más limpias, cuando los fabricantes de microchips son responsables de más lugares contaminados que cualquier otra industria, ya que se requiere mucha agua pura, que es polucionada y devuelta al suelo. Tampoco podemos olvidar que, energéticamente, la fabricación de miles de millones de ordenadores que hay en el mundo se nutre de minerales estratégicos que dan lugar a muchas guerras: mientras nosotros inocentemente colgamos un vídeo en YouTube, se arrasa un poblado en África para extraer los preciados minerales. «Del orden del 15% de la energía eléctrica que se consume en EE.UU. corresponde al funcionamiento directo del mundo informático. Este hecho choca con la cultura del “gratis total” que promueve Internet, y que muchos manipulan y magnifican, pues no hay ninguna actividad humana que sea “gratis” en términos energéticos y ambientales. De esta forma, la sociedad de la información puede ayudar a ocultar aún más la gravísima crisis ecológica a que nos enfrentamos» (Fernández Durán). Por no hablar de la contaminación electromagnética a la que estamos sometiendo al planeta, con la que los elefantes ya no pueden usar su telepatía para encontrarse, las ballenas, desorientadas, quedan varadas en nuestras playas, y las cefaleas y nuevas enfermedades del sistema nervioso arrasan en la comunidad humana.
Y tampoco podemos olvidar la brecha digital, pues sólo una minoría mundial tiene acceso a los privilegios de la infotecnología, y la inmensa mayoría del tercer mundo sigue navegando en el espacio-tiempo de la realidad mientras se decide quien les va a gobernar a golpe de tecla y de ratón en los centros de poder mundial.
Internet es ambiguo, se resiste al análisis definitivo. Por una lado sirve para que nos controlen y nos abrasen con publicidad a la carta con los datos que les hemos ofrecido en FaceBook, por ejemplo; y, por otro, «tiene un importante potencial social liberador y comunicador, al margen y en contra de las estrategias del poder» (Fenández Durán). Pero, como dice Jerry Mander: «Mientras utilizamos Internet y los ordenadores para conectarnos a nuestra red virtual, las multinacionales transfieren miles de millones para financiar, por ejemplo, la destrucción de una selva. Compran miles de millones de una divisa para revenderla una hora más tarde, con el riesgo de producir la caída de la economía de un país, provocando hambrunas, miserias, enfermedades… Mientras nosotros hacemos circular informaciones, ellos extienden su plena potencia sobre el mundo. ¡La diferencia de potencia es inmensa! ¿Seguís pensando que la revolución virtual es democrática?»
Conclusiones
Asistimos a la paradoja de que, al mismo ritmo que aumenta la información de la infoesfera, desaparece la información de la bioesfera, debido a un sistema depredador que basa gran parte de su poder en la sociedad de la información y en las redes en las que se sustenta. Perdemos diversidad con cada una de las culturas indígenas que el progreso destruye con la globalización y sus medios de comunicación que inoculan el virus de un pensamiento único en las mentes sencillas de los que viven aún integrados en la tierra. La tecnosfera es el factor causal que dispara el cambio climático, la escasez y deterioro de los recursos naturales, el caos social y la contaminación, etc. Nos dedicamos a acumular datos a través de la red sobre tierras lejanas y olvidamos la sabiduría de la localidad en la que vivimos. Nos relacionamos con personajes remotos, virtuales, tejiendo redes sociales y ya no sabemos como relacionarnos con nuestros hijos, mientras se diluyen y fragmentan nuestras relaciones más inmediatas. Internet es sólo una herramienta, no debería convertirse en una sociedad de fantasmas con identidades cambiantes; no podemos poblar el mundo de ciberciudadanos. Necesitamos pobladores reales en las plazas, los mercados; necesitamos llenar la polis de sujetos activos, comprometidos en las comunidades de vecinos, convertirnos en ciudadanos conscientes de nuestra responsabilidad con los mayores, tejer redes de amigos solidarios que ayudan en la desgracia y comparten nuestras alegrías.
Más allá de la pantalla está el verdadero horizonte existencial del ser humano, más allá de la hipnosis a golpe de tecla hay un mundo que sucumbe, el mundo real. Más allá de las ventajas individuales que podamos encontrar en la tecnología, debemos reflexionar qué tipo de sociedad construye: una sociedad sin trascendencia, dimensión absolutamente necesaria para comprender que el objetivo del ser humano no se consigue a través de ninguna técnica ni de ninguna información. El conócete a ti mismo sólo sucede en el silencio de una mente pacificada y, hoy por hoy, el mundo de las máquinas multiplica por mil el ruido que ensordece la inteligencia y anula o difumina los contornos del espacio de la tierra que espera que despertemos de este sueño prometeico, y anula o devora el tiempo, elemento alquímico por excelencia para la maduración del verdadero conocimiento. Sin sabiduría no hay tecnología que arregle el mundo. La verdadera revolución sigue velada por la fascinación del progreso.
La caricia, mejor real que virtual…
Beatriz Calvo Villoria para Agenda Viva. Reportaje Al descubierto, año 2014