Crónicas desde la Universidad de la Mística. ¿Quién soy yo?
5 octubre, 2023La última frontera
20 noviembre, 2023¿Escribir o no escribir? esa es la cuestión, cuando son tantos los niveles que se mueven en esta nueva guerra anunciada por tantas profecías y por los que usan las profecías para sus propios intereses, pues todo está corrompido en este final de un mundo que edifica sus cimientos en tierra movediza. Somos palabra hecha carne, palabra de un Dios creador que busca regresar al lugar de donde nace cada creación, a cada instante, para ser veraz ante la realidad que se despliega en el horizonte y en nuestros corazones. Qué Dios me inspiré y no avive más que el fuego del espíritu.
Mi palabra viene hoy cargada de dolor por las víctimas de todas las guerras. El útero de la creación que cada mujer representa en su anatomía espiritual y física se duele terriblemente de tanta sangre derramada, de nuevos infiernos que dan de comer al mal que se extiende por el mundo. Dolor por la muerte sistemática de cientos de miles de palestinos durante décadas, encerrados en auténticos campos de concentración sin ningún futuro posible, en una limpieza étnica, eufemismo de un genocidio, con premeditación y alevosía. Por la muerte de varios miles de judíos, en un campamento para la paz junto a las fronteras de Gaza y por todos los que murieron en los sucesivos exilios y en su propio genocidio en otras tierras, en otras épocas, no tan lejanas y dolor porque la guerra entre ambos, desde 1948, alimenta un alma colectiva que se radicaliza, ante las llagas de las heridas siempre abiertas, que impide trascender tanto dolor y hacer algo totalmente distinto a odiar y masacrar al enemigo. Pero también se duele mi palabra por todos los oprimidos del mundo, por la iniquidad y la injusticia que lleva arrasando la historia del Hombre desde hace miles de años, alimentando odio, tras odio, venganza tras venganza, esgrimiendo para ello las respectivas creencias, los dogmas de fe, las revelaciones interpretadas desde la propia herida, la de la desesperación y la ira y que hacen de una aleya del Corán o un versículo de la Torá la arma ideológica con la que justificar el horror, el odio al invasor, que se alterna dependiendo de donde está el poder para expulsar al enemigo, a ese otra parte de ti, de la que habla la Unidad de todas las Revelaciones y que no reconoces en medio de una miasma de ancestros enfurecidos y que te anega con una insaciable sed de venganza, de resolver por las armas, cada vez más salvajes en su capacidad destructiva, sin ningún tipo de honor guerrero, la aniquilación definitiva que aleje el sufrimiento.
Y enviudan las esposas, quedan huérfanos los hijos, se viola lo más sagrado que es el útero de las mujeres, para destruir los cimientos de cualquier identidad futura, destrozando con cada genocidio del diferente, el alma del mundo, que es la expresión de nuestra infinita diversidad como razas y que está tan herida como la nuestra, por el rayo de la guerra sin descanso.
Esta es mi humilde tesis (solo Dios sabe la realidad de lo que ocurre) que nace del pequeño análisis que he estado haciendo estos días con información de todos los bandos y dimensiones posibles, históricas, económicas, geopolíticas, espirituales. Horas de escucha y lectura. El atentado de Hamás es el pistoletazo de salida de una nueva guerra que no va a liberar a los palestinos de la opresión, sino a servir en bandeja la justificación que necesitaba uno de los actores de este teatro político y económico global lleno de ignominia y corrupción generalizada, que es el gobierno israelí, para solventar de forma dramática el “problema Palestino”, y cumplir con otros intereses, que permite a su vez, en un efecto dominó, que otros actores hagan sus entrada en escena, como Estados Unidos, que ya ha desplazado sus portaviones y el Líbano, Irán, Arabia Saudí…. para mover ficha en el complejo tablero geopolítico mundial, para mover cada uno sus hilos ante los nuevos ejes del poder que están en litigio por los recursos del mundo y su control.
Esta acción ha desencadenado, una vez más, la cascada de polarización y guerra en esta “zona caliente” que lleva siglos combustiendo en atrocidades. Que nadie olvide sus propios odios que encienden la guerra. Que nadie tire la primera piedra, pues hay odio por parte de un islam cada vez más radicalizado y por parte de un judaísmo cada vez más extremo. Hoy los palestinos son el pueblo oprimido que busca ser exterminado, pero en 1941 eran los judíos los que estaban en la posición de extrema vulnerabilidad frente a Alemania, y el entonces Gran mufti de Palestina, Hajj Muhammad Amin al-Husayni, llegó a reunirse con Hitler y se convirtió en promotor de ese otro exterminio, algo que no suele ser recordado, pero que me hace recordar esa sentencia evangélica de la primera piedra, ante la lapidación informativa de un bando y otro bando, sin reconocer cada uno la inmensa viga que portan sus actos, sin bucear en las raíces del mal que este ciclo cósmico de hierro duro alimenta en odio entre todas las naciones.
Ni el extremismo judío, que está representado en el gobierno Israel, que acaba de hacer responsable a toda la población de Gaza de la actuación de Hamás y promete con acabar con dos millones de personas de las cuales 800.000 son niños y que ejerce todo tipo de violencia hacia sus propios ciudadanos, vacunando a sus población mundial como si fueran cobayas de otro tipo de exterminio ni el radicalismo de Hamás, que oprime desde dentro a sus propios ciudadanos, usándolos de escudos humanos, con el eufemismo de martirio, impidiendo el corredor hacia Egipto, representan para mi la esencia de sus respectivas Revelaciones sino sus degeneradas interpretaciones que llevan al fanatismo y al fundamentalismo. Son la expresión de la disolución de la dimensión espiritual que debería dirigir nuestros actos incluido el de la supervivencia.
Cada uno interpreta desde su dolor. Yo voy a hacerlo desde el mío, en un esfuerzo por discernir por mi misma, en la medida de lo imposible que es hacer eso en un mundo de opiniones y cruce de datos contrarios de expertos sobre las dinámicas de la historia, que no olvidemos siempre tienen detrás intereses geoestratégicos de actores secundarios, que a veces son la causa primera y no segunda de lo que sucede, pero que más allá de este sueño que es la vida está la ignorancia ontológica en la que deviene el Hombre.
Apuntes geopolíticos
El odio en la zona es histórico, el control de un territorio, del espacio vital es motivo de guerra. Lo vemos en todos los enfrentamientos actuales, Rusia Ucrania, y en todos los pasados como los armenios, bosnios, albaneses y serbios, se trata de morir o de matar la identidad del contrario, aniquilar al enemigo, violar todos sus principios hasta hacerlo desaparecer, por eso se viola sistemáticamente a las mujeres en las contiendas. Es sencillamente deleznable, no se puede justificar el terror ni por una interpretación literalista y reduccionista de una aleya del Corán ni por un versículo que me etiqueta como el pueblo elegido. La gestión de la violencia, que es humana, hasta nuestra redención, no puede venir desde el horror. No lo creo, ni lo cojo como dogma de fe.
Como mujer el arquetipo de la misericordia, quizá, es mucho más activo que en un hombre y no olvidemos que está precede a la Cólera y que incluso la cólera en la guerra tiene un límite marcado por la Revelación misma del que el Profeta del Islam dejó muchos ejemplos. Estas guerras modernas son atroces y no tienen ningún código de honor, son espoleadas por los propios demonios y no por una conciencia de Dios, como la del compañero del Profeta que dejó su cimatarra en el suelo ante la ofensa de su enemigo, sabedor que ya no mataba en nombre de la justicia divina sino desde su ofensa. No es desde el odio que se pelea o guerrea defendiendo los intereses legítimos y sí es desde ahí y no con el consejo de un Krishna en nuestro carro de combate, la batalla, la Gran Guerra interior está pérdida de antemano.
Este mundo está totalmente perdido en la violencia extrema, esto es puro Kali yuga, ni una gota de dharma, ni un gramo de discernimiento desde algo más que las vísceras y la supervivencia, que es una dimensión que ha de estar imbrincada con algo mayor que nos trascienda. No solo Gaza es una cárcel al aire libre, el mundo entero desde hace más de 6.000 años es una cárcel cósmica, estamos atrapados en la barbarie de matar para comer, en una espiral cada vez más retorcida de exterminio del diferente, nativos de America, indios amazónicos, tutsis, aborígenes australianos. Me libero de la idolatría de la guerra, renuncio a las hermenéuticas de mis mayores sobre los textos Revelados que nos guían, los interpreto desde mi propio corazón y si le escucho me dice: esa vía está agotada, solo da de comer a los demonios, que son legión.
Esto es un duelo de demonios y yo solo me posiciono, desde la hiriente comodidad de mi primer mundo, que también se disuelve en esta deriva cósmica ,junto a las víctimas, que no tienen raza, más que la humana, que no son las del grupo radicalizado de Hamás, que su origen según muchas fuentes, la última que he escuchado es la del senador americano Ron Paul, ante el congreso de los Estados Unidos y que es confirmado por el ex gobernador militar israelí de Gaza fue creado, financiado y apoyado por el Estado de Israel para contrarrestar, en su época, la posición de la OLP de Yaser Arafat, tal como hizo Estados Unidos para luchar con los soviéticos mediante los talibanes y aquel monstruo de Isis y como han sido utilizados todos los grupos paramilitares que ha organizado la CIA, a lo largo del mundo, que derivan, cuando se les escapa deliberadamente de las manos, en máquinas del horror. Grupos salidos de la peor pesadilla, del reino de Gog y Magog, que sirven al Mal y a los intereses políticos y económicos de sus secuaces en la tierra.
Esa matanza televisada con drones, no nace como respuesta del dolor de un pueblo humillado y exterminado paulatinamente por un plan genocida diseñado por el mal. Esta matanza y las que ha desencadenado como represalia y venganza solo sirven al Mal, El Dayyal, Amalek, Shaithan, el que divide, les da literalmente de comer……
Las estrategias de Amalek
Sostengo con analistas como el profesor Alberto Iturralde, profesor de economía y experto en geopolítica que el atentado de Hamás ha sido un movimiento en el tablero geopolítico permitido por el propio Netanyahu y sus aliados y que por eso pudo atravesar uno de los escudos protectores más seguros del mundo, donde se puede saber el movimiento de una mota de polvo. No fueron sorprendidos por un ataque fulgurante, se les abrió la puerta a la masacre, con drones que exacerbaran el horror y por lo tanto el odio de las polaridades que movilizan la guerra de los contrarios, se televisó y se manipuló, una vez más nuestro pobre corazón para que odiemos y el príncipe de este mundo, Amalek, Shaytan o, como cada quien quiera llamarlo, anide en nuestro corazón de luz y se ensombrezca reclamando lo que alimenta al mal, la sangre y el sufrimiento de los inocentes.
Es muy grave decir esto, hay muchos buscando las pruebas, de las terribles casualidades que permitieron esa masacre indiscriminada de civiles, pero siguiendo el rastro del dinero se puede llegar a esas conclusiones ¿A quién beneficia la guerra, además de a los demonios?
Basándome en los datos que dan en “La magia de la bolsa” y otros analistas: Días previos al ataque sorpresivo, todos los congresistas de Estados Unidos, una de las cabezas de la bestia, compraron acciones de las principales empresas de armamento, sabedores, por tanto, de que el conflicto iba a estallar y que de nuevo el negocio que mueve el mundo iba a florecer, a costa del sufrimiento de los inocentes. Beneficia por tanto a una de las actividades económicas más obscenas de nuestro planeta.
Beneficia también y sobre todo a la agenda globalista que avanza, con la disculpa que Hamás les ha puesto en bandeja, para aumentar la radicalización de su censura y control de toda la información disidente que exponga las causas profundas de este y cualquier conflicto, en el que esté involucrados sus intereses, que son también legión de codicia y avaricia, para poder gestar un pensamiento único a través de sus demonios, los algoritmos, y una propaganda tan feroz como la que hemos sufrido con la anterior puesta en escena de su agenda durante los últimos tres años que sabe con ingeniería social como exacerbar las más bajas pasiones. La Comisión europea acaba de aprovechar el evento escenificado televisivamente, que iremos viendo a lo largo de las semanas, una y otra vez, en todas las cabeceras, igual que lo hicieron con la anterior amenaza médica, para justificar una vuelta de tuerca más hacia un gobierno tecnocrático asfixiante para todos los pueblos del mundo.
También beneficia políticamente a la bestia parda de Nettanyahu con problemas internos en su propio gobierno, acosado por sus escándalos de prevaricación y con las ansias expansionistas de sus tirititeros, que no son otros que la banca del demonio, como la de los Rothschild, cuya única patria es el mal, y cuyo linaje entronca con lo peor de esos otros mundos que gozan convirtiendo este edén en un valle de lágrimas y poseyendo al mundo en un afán salvaje que solo puede ser alimentado por otra dimensión, que a nosotros los mortales se nos escapa, las fuerzas angélicas caídas, las cuales tienen una inteligencia que supera nuestra imaginación y que susurra desde el interior de nosotros mismos, al acecho de quien se entregue a sus maquinaciones de rebelión ante Dios.
El eterno combate
Una vez más estamos ante la lucha entre el Bien y el Mal que dicen se libra a un nivel cósmico y que tiene su correlato en este plano de manifestación. Es la lucha entre los devas y asuras, los ángeles y los demonios, entre el ying y el yang que danzan como aparentes opuesto para crear el mundo del devenir, pero que en este punto de la historia está profundamente desequilibrado, escorado cósmicamente hacia los demonios, pues hemos olvidado a Dios en nosotros para que nos susurre sus caminos, los que ascienden hacia su proximidad de amor, belleza, bondad, verdad…
Porque el Hombre ha negado su función pontificial y sacrificial entre el Cielo y la Tierra. El sacrificio en el altar de la conciencia de sus elementos más burdos y egoístas, que parten el mundo en ejércitos enfrentados de intereses, en vez de unificar la diferencia, con la caridad y la generosidad, como han hecho, por ejemplo, los verdaderos hermanos judíos y musulmanes durante siglos, en territorios, como nuestro al Andalus y como hace todo hijo verdadero de Israel, que significa vasija para la Luz, y que hemos podido ver hace unos días en un grupo de judíos ortodoxos enfrentándose a la policía israelí mientras blandían una bandera palestina. No estamos en esa polaridad propagandística que solo muestra el negro y el blanco, hay una gradación infinita en la posición que cada alma toma ante el Único que Es.
Lo que está en juego en cada uno de nuestros actos no es este mundo, que está maldito, pues la impermanencia lo desvanece a cada instante, no es la creación de un estado, que también tiene su legitimidad, sino por encima de todo ello nuestro lugar en el Más Allá, que se promete eterno y que depende de cómo actuemos aquí, en cada guerra que se nos presenta ante el horizonte de un corazón, que en mi caso y en de todas las madres que pierden a sus hijos mandados por sus líderes respectivos al matadero sangra de dolor. Los pieles Rojas masacrados por los Estados Unidos enterraron el hacha de guerra ante un poder colosal, con el que nada podían, para salvaguardar, dentro de la miseria a la que fueron arrestados en las reservas, su espíritu, y poder trasmitírselo a sus descendientes, de siete generaciones venideras y que su espíritu no muriera en el estéril martirio. Hay respuestas diferentes a la tragedia.
Los judíos, como palabra que indica una realidad de hombres y mujeres que buscan la proximidad con Dios, buscan la luz como dice el propio Corán «Es cierto que hicimos descender la Torá en la que hay guía y luz», tal como lo buscan los verdaderos musulmanes que han despertado al Abraham de su ser y no se someten a lo que dicen sus políticos de turno radicalizados en un odio, que no viene de Al-Lah, sino de las madrasas financiadas por dinero manchado de idolatría al dinero para radicalizar a los musulmanes y desestabilizar el mundo, gestando eternas conflictos que principalmente solo hacen subir las acciones de los señores de la guerra y conquistar lugares de interesantes recursos estratégicos para la posesión del mundo, como es el caso del territorio en litigio, Gaza, por, según las ultimas noticias independientes de la propaganda, una nueva ruta de la seda desde China, el nuevo imperio silencioso en sus estrategias y un filón de gas que la codicia sin límites busca extraer, desplazando supuestamente a un millón de personas hacia el sur, hacia unas fronteras que están cerradas por el lado Egipcio, y que han sido atacadas, en un callejón sin salida que justifique, al final, la desaparición total del “problema palestino”, el problema de las minorías de todo el mundo, que ocupan territorios llenos de recursos, o lugares estratégicos y que estorban como si fueran menos que las cucarachas que las élites actuales les dan como categoría.
La Redención
Desde una mirada más metahistórica, de los principios que están en juego, a quien más beneficia esta mecha que puede llevarnos a una confrontación mundial es a esta deriva cósmica, que solo puede acabar en el apocalipsis de una Revelación de nuestro Gran Error y de su Redención.
Quizá la tercera Guerra mundial suceda, en el plano horizontal, para que muera todo lo que tiene que morir, pues ya no se puede soportar tamaña barbarie, en todas las direcciones, en medio de una terrible prueba que será la criba para el paraíso o para el infierno, donde se nos juzgará, nuestra propia conciencia lo hace a diario, por cómo y dónde nos posicionemos en este tablero de la polaridad y las diferencias aparentes entre los hermanos judíos, musulmanes, cristianos, rusos, ucranianos, yemenís, congoleños, amazónicos y todas las expresiones que visibilizan que la historia humana tiene algo imperfecto, dañado, caído, olvidado….
Y en el plano vertical o espiritual beneficiará, si Dios quiere, a esa Redención final, que algunos pueblos esperan, donde la idolatría a los bienes de este mundo caiga y la muerte que tanto nos aterra y condiciona la vida misma muera en manos de Dios, redimirnos para alcanzar la verdadera libertad que vehicula la Verdad, que un día sin duda aparecerá en nuestros corazones e incendiará el mundo de las apariencias en las que vivimos e iremos de la tiniebla a la luz como dicen los vedas.
Y como dice también Fritjof Schuon sobre ese advenimiento que en medio de este mundo en llamas muchos esperamos, y que traigo para encender ese fuego que no quema que es la luz del espíritu:
“…. Dios no sólo está “sobre” nosotros, en el “Cielo”, sino también “delante” de nosotros, en el fin del mundo, o incluso simplemente al final de nuestras propias vidas; somos arrastrados por la vida por una fuerza inexorable y al final de su curso Dios nos espera; el mundo será sumergido y tragado un día por un inimaginable irrupción de lo puramente milagroso, inimaginable porque supera toda experiencia humana y estándares de medición.
El hombre no puede recurrir a su pasado para dar testimonio de nada parecido, como tampoco una mosca de mayo puede extenderse sobre la alternancia de las estaciones; la salida del sol no puede de ningún modo entrar en las sensaciones habituales de una criatura nacida a medianoche cuya vida dura sólo un día; la repentina aparición del orbe del sol, imprevisible por referencia a cualquier fenómeno análogo que hubiera ocurrido durante las largas horas de oscuridad, parecería un prodigio apocalíptico inaudito. Y es así como Dios vendrá. No habrá nada más que este único advenimiento, esta única presencia, y por ello el mundo de las experiencias se hará añicos.”
Y mientras esperamos este advenimiento milagroso, que no somos capaces ni de concebir, también esa redención puede suceder cada día en nuestro corazón cuando asumimos nuestra responsabilidad y no miramos para otro lado de nuestro deber como humanos, y apoyamos todas las manifestaciones que puedan ayudar a curar esta locura, cuando miramos de frente lo que está sucediendo en el horizonte y en nuestros corazones, pues hay una íntima correspondencia entre ambas dimensiones, cuando rectificamos nuestra cobardía, nuestra ignorancia, y salimos del exilio del entretenimiento y elegimos alimentarnos de una vez por todas del maná del cielo y derramarnos en caridad, con lo mucho o poco que tengamos, cuando desechamos esa infinita diversidad de los sentidos que no alimentan el espíritu y nos separan y nos esclavizan impidiendo el Reino de Dios en nuestro corazón.
Hermanos judíos, hermanos cristianos, hermanos musulmanes, hermanos todos no dejemos que la propaganda del príncipe de las tinieblas nos aleje un solo gramo del omnipotente Amor de la Unidad de todo lo creado. No le hagamos el juego a la polarización de nuestros sentimientos, todos estamos siendo víctimas del mal. Los verdaderos creyentes temen a Dios y las consecuencias de sus malos actos. La Madre del mundo no distingue la sangre derramada de los inocentes que bañan sus tierras abriendo infiernos donde medran los demonios. Depongamos las armas y dejemos que Lo Divino nos atraviese para que nos informe que incluso esto es perfecto para que se cumpla ese despertar prometido, ese Meshias, que es siempre en cada uno de nosotros, si lo escuchamos y obedecemos, nos sometemos.
La Justicia Divina escapa a mi capacidad de entendimiento, solo tengo el testimonio de los Profetas, los Santos y Sabios que guían mi camino, como estaciones espirituales por las que acceder al Creador de los Mundos y Dios, Al-Llah , Hashem, a Él/Ella, Eso le convoco con toda mi alma, mi corazón, mis entrañas doloridas: Ven Señor, atraviesa “las nubes del cielo”, las nubes de los seres individuales y del egoísmo colectivo cargado de razones, que ha separado a la tierra de su Fuente divina, haznos justicia a todos los oprimidos del mundo, instaura Tu Reino en nuestros corazones. Que se cumpla lo que dice el Apocalipsis: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”. Los cielos y la tierra y todo cuanto existe entre ambos te esperan, desesperadamente te esperan.