Peregrinar al centro, el trabajo con las emociones y más allá.
18 marzo, 2020Nueva Cultura Rural
29 marzo, 2020He vivido 28 años vinculada a la tierra, este verbo es poderoso en poesía porque ha sido amamantado por las brisas de la mañana, con una leche invisible e indivisible de su Creador. Me he amamantado de belleza de miles de atardeceres derramándose por todos los costados de mis retinas asombradas, y las ubres majestuosas de las montañas me han dado, día tras día, una sabiduría que unía cielo con tierra, que ha arrasado muchas dudas por la certeza que se derramaba por su poderoso eje axial, por su imponente y evidente signo existencial.
Mis células, ladrillos de este templo de maravillas, han bailado al son de la orquesta perfecta de las estaciones, que han amasado con manos sabias mi substancia, haciéndola permeable a la masa madre de la aurora del espíritu que se derrama por doquier en esta primera revelación audible para quien se aquieta.
Soy el pan cocinado en largas jornadas en la huerta, bajo el sol temprano de la primavera que hoy vuelve con la misma buena nueva que cada entonces que me visitó. Me he cocido en el horno del verano limpiando las hierbas silvestres para que a los pimientos y los tomates les pudiera dar el sol. He abierto caños a la hora de la fresca para el riego, símbolo jugoso del agua de vida que sostiene a cada ser y he aullado en las noches atemporales a las miles de estrellas que me hablaban de un Misterio al que se accede con el astrolabio del Amor.
Soy quien soy porque he vivido una relación sagrada con la tierra, de reverencia ante el misterio que despliega y quiero volver a su seno, después de 5 años de exilio cerca de la gran ciudad. Ayer empecé un pequeño huerto, en el jardín que tengo el privilegio de habitar en medio de este confinamiento histórico, como signo visible de un rito interno, como símbolo de mi determinación de volver a casa.
De volver a los arruyos de los pájaros, al canto del cuco hasta el final del verano, a deleitarme con el oro del oriol volando sobre mi cabeza como mensajes infinitos de lo eterno. Quiero volver a agacharme en los arroyos y beber el agua, aún no contaminada, como los ciervos del bosque. Quiero ser de nuevo lienzo de piel para el sol ardiente o para la escasa nieve que quiera dibujar la fortaleza de su pureza en mis sienes, que ya platean cantando el mismo blanco, el de la santa renuncia, el dejar caer lo que ya está maduro por el tiempo.
Quiero cruzarme de nuevo con aquella manada de jabalís que detuvieron mi corazón durante una eternidad en la que lo salvaje me espetó al oído íntimo del discernimiento, “no nos temas”, oramos contigo alabanzas al mismo Creador». Quiero volver a ver aquella culebra que elevó su cabeza y me silbo su poderío de dos metros, y yo la puse leche para sacarla de aquella leñera.
Quiero tener 90 años y seguir serrando la leña que enciende el sagrado fuego del hogar, recogiendo las piñas en el inicio del otoño como si fueran joyas, oro puro en su valor, la chispa milagrosa que da lugar al fuego del invierno. Quiero tejer de nuevo una red de ayuda mutua por donde el amor recorra todos los nódulos y nos apoyemos como antaño, antes de que llegase el Dios dinero.
Soy una aborigen de esta tierra a la que el Imperio quiere robarle su vínculo sagrado con la teofanía de la Natura, violentándome con sus leyes, violentándola con su tecnociencia, pues eso nos hace fuertes, indómitos, libres. No quiero sus redes, sus vínculos de artificio, aunque hoy me sirvan para hacer este llamado parafraseando al gran poeta del amor: «Vuelve, vuelve a la raíz de las raíces que es tu propia alma», vuelve, vuelve al capullo privilegiado que te devolverá al seno de tu núcleo, el templo por excelencia, que albergará la metamorfosis de tu mirada en un mirar contemplativo, capaz de hablar con cada hierva que cura o cada planta que mata, capaz de darte a conocer la medida de las cosas. Oirás hablar a los arroyos melodías de otro mundo, el verde de las olivas te dirán cuando molturarlas para sacarles su oro. La flor del azahar dibujaran mil y una noches en tu imaginario abierto de par en par ante su embriagadora fragancia de otros mundos, que están en este. La madre noche te susurrará sus secretos y ya no temerás los monstruos que no se ocultan en ella sino en la razón desconectada de la poderosa intuición que se escribe en una estela de luz de una luna en el charco de camino a casa.
Ven, vuelve, vuelve a las raíces de tu propia alma, que se incuba en la madre natura, con la potencia del cielo. Vuelve a casa, vuelve al pueblo, recupera la casa de tu abuelo, la de tu tía, la de tus ancestros, regresa al pueblo, a la finca, aprende a ordeñar las cabras, a obtener tu queso con denominación de autarquía. Planta tu huerta, recoge bellotas amargas y hazlas harina de independencia. Recupera la única soberanía que nos queda, ser independientes de un imperio que va hacia su abismo, infectándonos de un virus más poderoso que el que recorre la tierra ajustando cuentas, el virus del miedo, del sometimiento al Dios equivocado, a un ídolo de pies de barro, pura impermanencia.
Vuelve, vuelve a la raíz de las raíces que es tu propia alma. Vuelve a casa, vuelve tus orígenes, a la España vaciada, emprende una vida sencilla con los tuyos, teje redes con los afines, con los complementarios. Recupera el granero abandonado, el secadero de plantas aromáticas, vuelve a estercolar los almendros y los olivos, residuo cero. Deja que tus hijos corran salvajes sin la mochila de la locura pedagógica, que aprendan a distinguir cada canto de los pocos pájaros que quedan, pues los bosque se queman ante nuestro abandono.
Forja comunidad en tus pueblo, en las tierras que te destine el destino. No será fácil, pero mucho más fácil que quedar subyugado por el Imperio que aborrece a la vida de la tierra media, como en el señor de los anillos. Dejemos a la mátrix que se consuma a sí misma, en su locura. Nunca más un confinamiento en sus celdas de tortura, en sus nichos de abejas donde nos extraen la única miel que tiene la vida.
Vuelve al campo, vuelve a la tierra, a la España vaciada, recupera tu soberanía, la que da la tierra. Hónrala, escúchala, une sus cosechas con las cosechas del cielo del espíritu, y hazte fuerte para enfrentar la batalla que se cierne a diario en cada corazón, en cada kurusetra. Recupera la única cultura real, la del agro, la de la recolección de los bosques, la de las plantas silvestres en nuestras ensaladas. Recupera el cuidado de la casa. La ecología empieza en el alma.
Hay mucha gente que quiere, invoca a los tuyos, invoca en el poderoso caldero mágico de tu corazón. Rasga los cielos del olvido y clama, como los antiguos bardos de esta tierra, encanta el mundo para que te señale dónde peregrinar de esta babilonia.
Yo estoy empezando a incubar en mi corazón el regreso con un grupo de personas, necesitamos ejemplos que se repliquen, la Hospedería del Silencio, también está convocando la creación de comunidades concienciales, visita las páginas de permacultura, de la Red GEA, de la Red de Ecoaldeas. RIE. Busca, indaga, invoca, clama y no se te darán piedras.
Ha llegado la hora, el arca de Noé se construye en el corazón con toda las parejas de virtudes que seas capaz de albergar. Estas semanas cultiva un nuevo propósito de transición a una vida más digna, sin toques de queda tras cuatro paredes y cuando nos dejen salir y antes de que llegue la siguiente plaga producto de la locura de un sistema que aborrece la vida, y que busca transhumanizarse, que te pille bien plantado con los pies en la tierra, con la cabeza en el cielo, y el corazón activo para defender lo único realmente necesario, la vida en el espíritu.
Beatriz Calvo Villoria
6 Comments
Precioso Beatriz, me has dado motivos para sentir y pensar….Escribes muy bello
Gracias Miriam, a sentir profundo nuevas formas, que son ancestrales, de vivir. Un abreazo
Gracias Beatriz, es la llamada que tantos estamos sintiendo hacia la Naturaleza, escritos sacan y desempolvan nuestros amor hacia ella.
Gracias Estrella, amor, respeto y veneración, recuperar el sentido sagrado es esencial.
Gracias hermana, tu sentir nos toca el Alma. La Verdad fluye por ti cómo torrente de Vida. Es la Gracia expresada en la brisa amorosa hacia el despertar… Gracias!
Justo es ese el deseo y propósito que tenemos (mi pareja y yo) la decisión ya está tomada, y ahora con tus palabras nos ratificas. Gracias!
Gracias hermano, me alegro de corazón que podamos volver y crear redes de ayuda mutua, como es propio de la cultura que nunca debió morir, la rural. Un abrazo y ya me contaréis dónde estará vuestra célula