Luces y sombras. Divina sabiduría
30 agosto, 2019Confusión entre psiquismo y espiritualidad
7 septiembre, 2019Decía Martin Lings que “la mística es un radio, un fulgor de la Misericordia divina que emana del Centro supremo y que hace volver a Él”. Tiramos hoy de este sugerente hilo de Ariadna -toda sabiduría que nos permite salir del laberinto de la ignorancia, hace honor al mito que preside este proyecto-, y nos entregamos a la reminiscencia que produce ese fulgor nombrado sobre la grandeza y belleza de ese Centro, capaz de unificar nuestra multiplicidad en un ser que responde al unísono al impulso de la vida.
En nuestra nueva entrevista hemos querido ahondar en cómo se vuelve uno hacia ese Él, que otras tradiciones llaman Eso, o Brahma, o Tao, o Allah. Tantos nombres, para apuntar con dedos lingüístico una luna de conocimiento inaprensible, inmaculada de conceptos, pura de cualquier forma que quiera apresarla para siempre y de forma inamovible, ella que es todo fulgor, por el fuego de su enamorado, el Sol de la realidad.
Y para conocer de ese volver que hablaba el Dr. Lings, la figura de Luce López Baralt, cuyo último poemario “Luz sobre luz” habla de “una experiencia de inmersión en el todo, en la cual el místico conoce cuál es la urdimbre del amor que sostiene el universo”, nos pareció idónea para profundizar con ella en una entrevista que hemos denominado “La jubilosa luz de la mística”. Pues Luce, como hace la realidad, nos desmonta las ideas preconcebidas, en este caso acerca del fenómeno místico, de ese regresar por el hilo hacia el Amado, y nos desmonta la idea que cierta literatura nos da del místico atormentado por las ascésis, que busca extinguirse desde el terrible esfuerzo de la aniquilación. Y caen la llagas de la mística dolorosa, ante una mujer llena de vida, que ama la vida, que es feliz con su vocación, con su esposo, con su tierra amada. Una mujer, que noche tras noche, en su infancia de Puerto Rico, vislumbraba las estrellas con sus padres cada anochecer mientras oía el duelo de versos que se cruzaban los labios de sus progenitores y eso encendió, para siempre, la alegría de estar viva, de ser amada.
Esas estrellas que refulgían en su corazón de niña son ahora estrellas azucaradas en sus poemas de mística que cantan a la belleza innominada: “La noche está azucarada de luces”, que recuerdan a ese “dejad que los niños se acerquen a mí”, pues ella abraza su experiencia, el encuentro con el Dios indecible con asombro y alegría, como una niña. El Bien tiende a comunicarse y los versos de los poetas son sugerencias dejadas al viento para que a cada uno le evoquen lo que necesite ser evocado en cada momento del camino, estrellas de azúcar que hablan de la dulzura de la trascendencia.
Los versos hablan el lenguaje de los pájaros, el lenguaje del espíritu. En cada corazón se pronuncian de una forma única e intransferible, la intimidad del entendimiento es una cosa entre el alma y Dios. Como dice Luce en otro de sus versos: “Si tuviera lenguaje enseñaría a cantar a los ruiseñores”. Y de eso también hablamos con ella, de cómo enseñar a cantar; si se puede educar en el misterio de la mística para tener una experiencia de la Trascendencia o es pura gratuidad. Hablamos, también del porqué unos hacen audible ese gemido que promete romper las entrañas de puro anhelo y otros son totalmente indiferentes a ese tesoro escondido, a esa única paz en la que descansar de la fatiga de la existencia. Tiramos de un nuevo Hilo de Ariadna luminoso gracias a Luce López Baralt. A la que agradecemos desde estas líneas servirnos tan buen vino.
Y al igual que con los versos, que hay que dejarlos alados y en libertad, Luce nos insta a abrir las fronteras de los mapas culturales en los que los distintos místicos han intentado balbucear una experiencia impronunciable. Mapas sinópticos del camino, que no dejan de ser relativos, como el que sintetiza la vía espiritual en tres etapas, la purgativa, la iluminativa y la unitiva, que puede venir con noche oscura o sin noche, o que puede acontecer en personas que nunca han tenido en su imaginario tales coordenadas del proceso, y que sin embargo pasaron su existencia estando concentrados en la vida del alma, como algunos pastores, o amas de casa, o profesores anónimos de un instituto perdido. Desconocidos para todos porque, quizá, no tenían herramientas lingüísticas para traducir sus experiencias, sus estados de unificación, su matrimonio con un Centro que ya nunca abandonarían, o fruto de la humildad más absoluta.
Quizá no fueron capaces de contar el revuelo que se produce cuando la vida se descentra del pequeño yo, como dice Martín Velasco (al que también entrevistamos en este canal, que ama lo indecible) de dejar de ser una polilla ante la luz de una pequeña vela, y pasar a centrarse en el único Yo que existe, y morir para el mundo anonadados ante el fulgor del Sol. Seres anónimos que se han convertido en átomos enamorados en lo profundo de un bosque, en medio de una gran ciudad, y su irradiación silenciosa, pero existencial salva el mundo con su fulgor de enamorados.
Y cuando Luce nos dice que “El éxtasis unitivo cura las innecesarias complicaciones de la búsqueda de conocimiento en este plano físico y humano; como una flor de loto, la “eleva de la ciénaga del mundo”, “para ascender sobre sí misma”. Anhelamos esa palabra que sana y salva. O cuando nos comenta que “las experiencias místicas pueden acontecer al margen de las vías místicas reglamentarias y aun de la estricta santidad individual”, se encienden las alarmas doctrinales y la preguntamos porque las tradiciones dicen que sin práctica espiritual es casi imposible pasar del conocimiento de los sentidos hasta el conocimiento del corazón. Porque en Ariadna Tv crecemos con cada entrevista, buscamos profundizar con sinceridad en lo que creemos, pero abriéndonos a la buena nueva, a ese espíritu que sopla donde quiere, sabiendo que los mapas doctrinales no puede recoger toda la verdad, todas las infinitas posibilidades de misericordia que en estos tiempos, de desmoronamiento de tantas cosas, pueden acontecer como una compensación cósmica.
Ante lo que emana Luce, que nuestro cámara intentó captar, embelesado. Ante su corazón entregado, profundo y con la rotundidad del que ha saboreado las mieles, una se abre, incluso ante palabras malditas, en ciertos ambientes, como el psicoanálisis, ese paladín de la intensa confusión entre lo psicológico y lo espiritual que anega muchas “espiritualidades”. Luce es una abridora de celdas en las que se ha confinado la experiencia mística, ella es testimonio de ello, y le costó la vida asumir su vivencia y escribirla y hablar de ella, como lo ha hecho con jubilosa presencia en nuestro programa.
Por ese amor que recibió en el que nos dice “todo queda transformado, todo queda redimido, estás viendo con ojos celestes, entiendes secretos de Dios” se pasó toda su vida investigando, conociendo personas tocadas por lo inefable, como su querido Ernesto cardenal y, por eso, nos asegura, que el éxtasis transformante es una experiencia actual y vivísima que resulta más repartida e incluso más laica de lo que suele creerse, y por eso la preguntamos ante nuestra creencia que la mística se daba sólo en el interior de las religiones, de esas otras formas no religiosas de mística o incluso de esa mística que trasciende toda forma y hace a un Borges buscar en la soledad de un monasterio Zen la comprensión de un monje que conoce el samadhi, amando como ama la experiencia San Juanista, para explicarse a sí mismo su propia vivencia. Y habla con la contundencia de quien ha probado y por ello avisa de los detalles que distinguen una verdadera experiencia y es aviso certero a navegantes. “El Amor armonizante y liberador el que diferencia al místico auténtico del paciente que experimenta estados alterados de conciencia debido a drogas o estados psíquicos patológicos… El místico regresa de la experiencia con su personalidad armonizada y no desintegrada.”
Luce trasluce armonía, su currículum académico es apabullante, colecciona itinerarios por las universidades más prestigiosas del mundo. Su pronunciación del árabe ensalza su admiración hacia los sufís. Ibn Arabi, la contempla y la corona con el premio de la Universidad de Murcia. Seyed Hussein Nasr le pide prólogos y traducciones de sus poesías a España. y, ella, sin embargo, es tan cercana, con quien no tiene nada más que preguntas.
Y nos contesta sobre la luz incolora, nuestra metáfora favorita sobre el Principio o Absoluto que se refracta en la joya de la existencia, sacando diferentes colores por cada faceta, lo que explicaría que las experiencias místicas se coloreasen del imaginario religioso y/o cultural de cada persona, que al vaciarse deja hueco para que la Luz una se irradie. El Santo es la oquedad por la que Dios baja a la tierra, pero es forma y como tal el espíritu sin forma adopta como el agua la forma de su continente. Las experiencias místicas difieren en tanto a tradición y cultura, pero saben a beso, saben a vino en labio enamorado
Y como no podía ser de una mujer que ha dado la vida por investigar para comprender su propia vivencia, su poemario místico es hijo de su tiempo, es un puente no ya de las tres culturas, que tanto ha estudiado sino de todas las culturas que por la globalización han llegado a las costas de nuestra inteligencia y corazón. Shiva y Shakti, la Sulamita, San Juan y Teresa, los sufíes visionan el inefable vuelo, el tálamo nupcial y todos los elementos universales de ese encuentro trascendente revolotean en sus versos. “Soy un palacio sin tiempo/mis cúpulas de cristal sobrepasan el cenit,/ el Oriente confluye con el Occidente/ en las moradas infinitas de mi medina de luz.”
Luce es amiga de mis amigos, de los autores que abrieron el entendimiento a muchas personas naufragas en los mares interiores de sus propias tradiciones, que habían abandonado la metafísica por el sino de una historia volcada en el materialismo más feroz, y ya no respondían sobre las causas absolutas. Ante la inabordabilidad del misterio, callaban, mientras en la India, en “el oriente” se pronunciaban todos sus secretos, como en sus versos: “Con el dos nace la pena”. Seyyed Husein Nasr, al que entrevistamos en Agenda Viva, le ha dado tantas respuestas como las que yo he hallado en sus escritos sobre la crisis espiritual del hombre moderno y su relación con la crisis ecológica, y la ha reconocido como un girasol hermoso que gravita alrededor del sol del sufismo, de un sufismo hermanado con el Vedanta que le hacen decir a Luce verdades profundas y metafísicas, pues está llena además del sabor de lo inefable, de improntas de altísimo nivel (mientras se mantiene dócil y mansa en el nido tradicional que la vio nacer, el cristianismo). “La luz se experimenta como una presencia trascendente que atraviesa la pesantez de la materia, transformándola en una noble forma… la sustancia del alma humana se halla enraizada en el mundo lumínico, que no es otro sino el del Espíritu.”. S. Hussein Nasr.
Su lenguaje universaliza y actualiza la experiencia mística con nuevas recreaciones de las metáforas universales que recurren al lenguaje de la luz o al de un eros que tiende al ágape, o al lenguaje musical y matemático. “El sol de medianoche, el rayo de tiniebla, la luz increada, ¡Cuántas metáforas para la experiencia infinita del encuentro con el Todo¡ Luce nos aclara “Sus construcciones poéticas, como las de los sufíes, no son meras metáforas. Son símbolos visionarios, que expresan el estado espiritual del poeta”. Es el ojo del alma de Platón, el corazón de los sufies, ese ojo por el que Dios se ve en nosotros, eso que ella nombra como “la mirada transformante flotando encendida sobre las aguas” y que recuerda a su poema… “me convierte en un mosaico encendido que flota sobre la Nada…”
Sus poemas nos incendian de preguntas y muchas no pudimos hacérselas, las dejó aquí como huellas del Hilo de Ariadna, que con la ayuda de todos podremos seguir dando a conocer:
El diamante irisado de mi alma refractó hasta el último de tus secretos. Los sufíes limpian de orín el espejo del corazón, el intelecto con su recuerdo de Dios, el Dikhr Allah para que la Luz del Conocimiento supremo se refleje e inunde el mundo. ¿Con qué limpia un poeta su espejo?
“Te amé con tu propio Amor”. Nos dices en tu poemario, Nasr nos dice en el suyo: “la unión gozosa con el Amado, que otorga por igual la vida y la muerte” ¿Cómo se sobrevive a una experiencia extática sin romperse? Como se sobrevive a un huerto en llamas.
“La rosa es invisible, pero su perfume la traicionó” ¿Crees cómo Santa Teresa solo se puede narrar hasta el sexto Castillo? ¿Luego que queda: silencio sobre silencio?
Y aquí hago silencio. Solo me queda invitaros a que escuchéis la entrevista y que si os inspira la hagáis llegar y multipliquemos las voces que hablan de como volver al Centro, perdido en las llamas de un mundo que adolece de amor verdadero.
Beatriz Calvo Villoria