
Divide y vencerás
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Naturaleza sagrada
9 enero, 2024“En los próximos cinco años volverá a cambiar el concepto de desarrollo”.
Jesús Garzón Heydt es un hombre comprometido con la naturaleza y con la única cultura capaz de protegerla, la cultura rural. Tiene en su piel años de campo, de caminos de monte y de cañada, posee el ojo del que observa en la maleza cualquier movimiento que indique la presencia del lince o del lobo. La cigüeña negra, el águila imperial o el oso son algunas de las especies amenazadas de extinción a las que ha dedicado su vida. Lleva miles de kilómetros recorridos por las vías pecuarias españolas, intentando demostrar su gran importancia para la ganadería española y su interés social, cultural y ecológico, ejemplo de desarrollo sostenible para generaciones futuras. Jesús Garzón es uno de los referentes imprescindibles para conocer el estado de nuestra naturaleza.
¿Qué es la naturaleza para usted?
A comienzos del siglo XXI la naturaleza debe de entenderse como sinónimo de biosfera, es decir, la parte de la tierra donde se genera la vida y con ella los recursos renovables, desde las simas oceánicas hasta las capas más altas de la atmósfera. Un concepto más limitado de la naturaleza impediría su gestión integral, con graves consecuencias para la humanidad.
¿Cómo describiría el estado actual en que se encuentra la naturaleza y nuestra relación con ella?
El desarrollo tecnológico de los últimos 50 años hace que el mundo se nos esté quedando pequeño por momentos. La contaminación del aire y del agua, la destrucción de los bosques y de las tierras tienen ya repercusiones a nivel planetario. Catástrofes de consecuencias imprevisibles, la disminución de la capa de ozono, las lluvias ácidas, la muerte del Mar de Norte, las anomalías del clima son sólo los primeros síntomas de que estamos rebajando la capacidad de nuestro mundo para absorber las alteraciones producidas por el hombre. Hace 20 años cuando ya denunciábamos había esperanza; ahora la situación es tan trágica que no sabemos qué hacer. Tras 40 años de lucha en estos temas en los que han participado gente tan valiosa como Félix u otros muchos investigadores. Todo lo que ellos han dicho, o las recomendaciones de las Naciones Unidas y de los máximos expertos a nivel mundial no se han seguido. La situación ahora es ya desesperada.
¿Ha perdido la esperanza?
Tengo esperanza en una naturaleza distinta. Habrá otro tipo de naturaleza a la que el profesor Bernis llamaba “ultra-antropófila,” que no deja de ser naturaleza. Es decir, que vas en el metro y hay un gorrión en la estación de Nuevos Ministerios y eso es naturaleza y tiene su encanto, y están las ratas jugando entre los venenos y tiene su encanto. Todo es vida, pero nada comparable con la naturaleza que hemos tenido el privilegio de conocer los que tenemos más de 50 años. El haber conocido sociedades antiguas, esas culturas como la de la Sierra de Gata que tú tanto conoces, la cultura del viñedo, del olivar, el carboneo de los montes, los cabreros, las paredes de piedra, las tenadas, las majadas, la pesca en los ríos. Era una sociedad sostenible fantástica que tenía, por supuesto, algunos problemas, pero muy elementales y fácilmente solucionables con los conocimientos actuales y las nuevas técnicas.
El futuro ahora mismo es incierto. A nivel de nuestro país tenemos falta de ilusión en los jóvenes, falta de responsabilidad de los políticos, inversiones desmedidas y absurdas con nuestros impuestos, ausencia de control democrático de cualquier actuación. La naturaleza en el siglo XXI no me atrevo a clasificarla. Como decía el indio Seattle “acaba la vida comienza la supervivencia”. Estamos en un momento de sobrevivir y sálvese quien pueda.
El mundo rural: la cadena interrumpida
¿Qué es el mundo rural, cuáles son los valores que lo definen frente al mundo urbano?
El mundo rural es el mundo auto-sostenible, un mundo que depende de sí mismo y no de importaciones, donde los conocimientos tradicionales permiten aprovechar al máximo los recursos sin degradarlos y donde las sociedades han vivido en armonía. Un mundo donde existía un sentido de la sociedad del futuro, de dejar una herencia para los hijos y para los nietos. Se guardaba el doblón debajo del baldosín, o dentro del calcetín, o en la viga de la cuadra, por una sensibilidad de perdurar, de saber aprovechar los recursos de forma sostenible y ahorrar para la vejez o para cuando vinieran épocas climáticas adversas.
Lo que yo resaltaría del mundo rural es la solidaridad: se apoyaban unos a otros; se dedicaba un día a la semana a trabajos vecinales como limpieza de cunetas, arroyos, arreglos de caminos; había un sistema de apacentar los rebaños de una forma comunal en función de tus riquezas (si tenías más cabezas tenías que estar más días con los rebaños), por lo que la propiedad era casi compartida y todos se conocían con sus defectos y virtudes. Todo eso generaba un control social que para los jóvenes resultaba agobiante, pero que a la larga era muy positivo para las familias y para las sociedades rurales. Esto se está desmembrando a pasos agigantados.
¿Estamos en un punto crítico de ruptura de la continuidad de la trasmisión?
Realmente la cadena de la vida humana que se remonta a casi un millón de años nunca se ha visto interrumpida como ahora. Ha habido tragedias, genocidios, invasiones, pero los viejos y los niños siempre solían quedar porque no merecía la pena matarlos, y esa circunstancia aseguraba la transmisión de conocimiento desde los orígenes de la humanidad. Sin embargo ahora se ha roto, ya no hay relación entre los viejos y los niños, a los ancianos se les arrincona en residencias o se les margina pese a ser los depositarios de los conocimientos más importantes para el futuro. Por primera vez en la historia de la humanidad la televisión, los medios de comunicación en general están haciendo que se rompa por completo esa relación entre generaciones que es fundamental en el mundo rural y que es lo único que garantiza la inteligencia humana. Pero quizás a nivel rural tengamos un salto hacia atrás con los llamados ‘nuevos rurales’, personas que pueden aportar muchísimo.
¿Cuáles son las claves que pueden permitir una integración real de los llamados neo-rurales que, desencantados del mundo urbano, están volviendo a un campo que por herencia les es desconocido pero que por corazón es el único lugar donde quieren vivir? ¿Cómo aprender el manejo tradicional que no les ha sido trasmitido por herencia?
Todavía estamos a tiempo, porque tenemos aproximadamente 20 años para disfrutar de la generación que nació a mediados del siglo pasado, cuando todavía existían esos conocimientos. Lo que ocurre es que el desprecio hacia los viejos provoca que muchos se retraigan y no se atrevan siquiera a contar sus experiencias. Ahora mismo la gran prioridad, porque de las demás ya hemos perdido la ocasión, es recuperar esos conocimientos. Estoy pensando en un proyecto que se llamaría “los cuentos del abuelo”, un gran concurso a nivel nacional con todos los colegios de pueblos y ciudades pequeñas para que los niños puedan recuperar esos conocimientos, que éstos se puedan publicar o conservar en archivos sonoros o videográficos de modo que esos conocimientos queden reflejados lo más exactamente posible antes de que esos ancianos fallezcan. Cada vez que muere un viejo el nivel de conocimiento que se pierde es enorme.
¿Cómo se puede revalorizar la cultura tradicional para que ellos mismos sepan que es valiosa?
La revalorización del mundo rural va a venir por sí misma. Hay que tener en cuenta que en España tenemos una inmensidad de territorio prácticamente despoblada y sin aprovechar, esquilmada por los intereses de ciertas industrias, de las empresas de cacerías y forestales, casi todas dirigidas o controladas por funcionarios que facilitan que estas cosas ocurran. Pero el campo es la garantía de alimentos, la garantía de una vida tranquila e independiente que no esté condicionada por el hundimiento de la bolsa de Tokio o por la subida o bajada del precio del petróleo.
Estoy seguro que la vuelta al campo va a ser inmediata y rápida. Tanto en España como en Europa occidental va a haber en los años próximos una deslocalización industrial terrorífica, lo que va a suponer una gran falta de empleo y el colapso de muchas estructuras que aunque gigantescas son en realidad muy frágiles. Esto va a hacer que mucha gente vuelva al campo. El gran problema va a ser la falta de conocimientos, pero habrá que aprender poco a poco, repitiendo errores que a lo mejor hacía miles de años que no se cometían para poder saber donde está la mejor vega para plantar patatas o cómo se fabrica la sidra o las conservas de productos, o cómo se conservaban los huevos sin frigoríficos. Será una tristeza haber perdido tantos conocimientos y tener que recuperarlos con sangre, sudor y lágrimas, pero en cambio supondrá una gran alegría que familias jóvenes vuelvan al campo y recuperen lo que ahora está abandonado. Aproximadamente en 20 o 30 años la vuelta al campo va a ser imprescindible y se volverán a recuperar los pueblos, como de hecho ya se han recuperado pueblos abandonados en todo el país, sobre todo en los Pirineos. En ese sentido no hay que perder la esperanza.
Repensar el desarrollo
¿Hay alguna iniciativa en España que abra un debate en las propia comunidades rurales para que reflexionen y se den cuenta de que lo que tienen es verdaderamente valioso?
En muchas zonas de España el movimiento está surgiendo de los propios pueblos y sobre todo de las mujeres. La esperanza está en los movimientos femeninos. Hay muchas ayudas para asociaciones de mujeres y para debates de este tipo, porque es un sector que ha estado marginado mucho tiempo y ahora sé esta intentando recuperar. Inicialmente son las mujeres rurales las que mejor pueden trabajar en este sentido, y en muchas zonas ya están en un nivel muy avanzado.
El desarrollo rural ¿no es en sí mismo una asociación de conceptos antagónicos, ya que la cultura del progreso y sus políticas de desarrollo son la que están llevando a los espacios rurales al despoblamiento, la desarticulación social, el abandono de recursos, la pérdida de autoestima…? ¿Hay un desarrollo rural real?
Claro que sí. El desarrollo rural pasa primero por mantener la sociedad rural, aprovechar todas sus ventajas y lo que ha generado a lo largo de miles de años. Un pueblo es una obra de arte: tiene sus casas, sus iglesias, ayuntamientos, empedrados, miles y miles de paredes de piedras que han costado siglos levantar, bancales, estructuras de riego por gravedad, pozos, fuentes. Cada pueblo es una joya por muy degradado que esté, pues la belleza está debajo y se puede recuperar.
Lo fundamental es conservar este patrimonio inmenso que hemos heredado. Lo demás es puramente anecdótico, pues el concepto de desarrollo actual es totalmente distinto al que había en el 2000, o el que había en 1995. El concepto de desarrollo está evolucionando a pasos agigantados y problemas que eran ignorados en la sociedad hace cinco años como el cambio climático -del que se decía que sucedería dentro de 50 o 100 años- ya está aquí, con temperaturas de casi 50 grados en verano y 20 bajo cero en invierno. El concepto de desarrollo en el brevísimo espacio de cinco años va a cambiar otra vez, y la sociedad rural que es la más inteligente va a ser muy consciente de los problemas y va a propugnar un desarrollo distinto, sostenible y armónico. Tenemos en contra todos los intereses creados, los grandes inversores, las grandes industrias del hormigón y del cemento, los ingenieros y arquitectos entre otros, que conseguirán con el trazado de nuevas vías de comunicación que haya una presión urbanística y de otro tipo en zonas que hasta ahora estaban marginadas. Pero son problemas menores que se pueden solucionar sobre la marcha.
“Restaurar un equilibrio adecuado entre la ciudad y la vida rural es, tal vez, la tarea más grande que tiene el hombre de hoy”, dice Schumacher. ¿Cómo se equilibran los dos mundos cuando uno es el cáncer del otro? Ciudad-consumo y mundo rural-conservación, ¿hay manera de equilibrarlos o debemos dar prioridad a lo rural?
Lo urbano es una catástrofe, no tiene futuro. Ya hemos pasado la fase donde se podía integrar la ciudad en el campo y el urbanismo está desquiciado. Hace 50 años se hablaba de un urbanismo sensato, que permitía al ciudadano tener unos recursos de subsistencia a nivel local, pero ahora mismo ya es imposible. El mundo rural tiene que vivir su vida de una forma razonablemente sostenible, aprovechar sus recursos, no dejarse contaminar por esas ideas de los ciudadanos de las grandes urbes que son imposibles de entender para la mentalidad rural. Unos hablan de la bolsa, el petróleo, las caravanas, y el hombre de campo habla de que hoy ha llovido y hay agua, los arroyos corren y la fuente que llevaba tres años seca ha vuelto a brotar, han llegado las golondrinas y los robles están echando la hoja, hay mucha bellota o mucha aceituna… Son dos universos.
La tradición nómada
¿Cuál es la importancia del pastoreo para la gestión del medio natural?
Un rebaño de 100 cabras o de 1000 ovejas aporta diariamente toneladas de estiércol al suelo, es decir está restituyendo al suelo elementos fundamentales en forma de nutrientes, de materia orgánica que contribuye a su formación y a su evolución, que a su vez contribuye a almacenar agua, puesto que al hacer un suelo más fértil y con más elementos finos aumenta la acumulación de agua en la profundidad. Son sistemas muy sencillos y eficaces de manejar, pero ¿cuántos cabreros quedan? Muy pocos, ese es el problema, y a los pocos que quedan se les persigue, lo que indica el nivel de ignorancia al que hemos llegado.
¿Qué es el Concejo de la Mesta del cual es usted presidente?
En el año 92, a partir de la Cumbre de Río de Janeiro y del Convenio de la biodiversidad se contempla que las culturas rurales son fundamentales para el futuro de la humanidad porque han sabido sobrevivir a lo largo de los tiempos sin degradar los recursos. Entonces creé la Asociación Concejo de la Mesta, que intenta recuperar el conocimiento de esos pastores que constituyeron un mundo considerado a lo largo de nuestra historia como una élite social y rural privilegiada, pero que en los años 90 se transforma y entonces ser pastor pasa a considerarse como ser el más tonto de la familia, el que no vale para otra cosa y se le deja con los rebaños. Pensé que esta situación había que cambiarla porque el pastoreo es fundamental para la conservación del medioambiente en España.
¿Cuáles han sido sus actuaciones?
En el año 93 comenzamos las grandes trashumancias que se consideraban imposibles de realizar por España. Hemos recorrido en estos años 30.000 Km. de cañadas con rebaños gigantescos de 2000 o 3000 ovejas, demostrando que las cañadas son viables y necesarias. A raíz de esta actuación del año 93 se creó la nueva ley de vías pecuarias, porque se vio que era bueno para el futuro conservar ese patrimonio de cañadas, cordeles y veredas. En el año 1995 se promulga la nueva ley que supone un revulsivo, porque permite a muchos ganaderos volver a trashumar. Esto supuso recuperar un patrimonio de 400.000 hectáreas que era propiedad de todos los españoles y estaba perdiéndose por abandono y dejación de las autoridades. Actualmente todas las comunidades autónomas están recuperando ese patrimonio, deslindando, amojonando, quitando cercas, eliminando impedimentos.
¿Cómo convencerías a los nuevos rurales que están volviendo al campo de que el pastoreo es un buen oficio? ¿Cuáles son las virtudes que proporciona estar en el campo siguiendo el tempo lento del animal, rumiar, sestear?
Es un tiempo hecho a la medida del hombre. En primer lugar el pastoreo es una empresa; tú eres tu propio empresario, tu propio jefe y tienes un capital importante que es tu rebaño. Tu ventaja es que no necesitas tener tierras, es decir, tú eres propietario de tu rebaño pero tienes toda España a tu disposición. Te puedes mover a través de 120.000 Km. de vías pecuarias o 400.000 Has. de fincas. Ningún propietario en España tiene una finca tan grande. Podemos bajar a Sevilla, a Cádiz a la laguna de la Janda, subir al Pirineo, a las marismas del Saler en Valencia, a las cumbres más bonitas de Teruel, al Albarracín o a la Sierra Cebollera, al Pirineo, los Picos de Europa, Sanabria… Todo nuestro. Los beneficios del pastoreo itinerante son altos porque gran parte del año puedes estar paciendo en terrenos públicos.
Es una alternativa real, y siendo una de las actuaciones más primitivas y antiguas que existen, es también de las más bonitas, tanto desde el punto de vista de la independencia de quien realiza esta actividad como de las relaciones sociales. Imaginad lo que tiene que ser atravesar España a 2 Km. por hora, parando en las casas, hablando con todo el mundo, conociendo gente en todos los pueblos, haciendo amigos y sintiéndote acompañado por niños y viejos. Es una actividad única, lejos de la civilización moderna, de coches, carreteras y ruidos. Pasas días y días en el campo, pero no en la soledad, porque estás relacionado con la gente que viene contigo.
Además, en nuestra Europa civilizada y supermoderna el ser ganadero nos une a 500 millones de nómadas en el planeta, desde los mongoles a los Samis de Finlandia, los árabes del desierto, el Caucaso, los países del Sajel…, donde la riqueza siempre se ha medido por el número de cabezas, cuántas cabras, camellos, renos, yaks o llamas tienes. Hay 500 millones de personas que hablan como nosotros, que tienen nuestra misma manera de pensar, porque el ganado te obliga a ser responsable de tus animales, a que estén bien cuidados y sean felices, a que tus niños aprendan. La ganadería extensiva ayuda a recuperar valores humanos olvidados por nuestra sociedad.
¿Crees que la naturaleza es símbolo de un grado superior de Realidad, que sus atributos de generosidad, abundancia, equilibrio, fuerza y belleza son reflejo de una Unidad que los contiene a todos y los expresa en la manifestación?
Estoy totalmente convencido; es la vieja filosofía de Gaia: el planeta Tierra no es una masa de rocas sino un ser vivo en su conjunto. Ahora mismo le está subiendo la temperatura, tiene fiebre. Igual que nosotros con un solo grado de temperatura nos sentimos mal y con dos estamos casi agonizando, lo mismo le pasa a la tierra, que tiene una temperatura media de unos 15 grados y le basta subirla un grado para que se fundan los polos y cambie todo el clima del planeta. Esta especie nuestra que es tan hermosa y por la que merece la pena luchar, tiene dentro de su sociedad elementos realmente destructivos, degenerados, como degeneran las células cancerígenas, que están llevando al planeta al desastre. Es el tiempo que nos ha tocado vivir y cada tiempo ha tenido sus problemas. Pero es triste pensar que con el nivel de conocimientos y con la riqueza que existen actualmente, si estuviera bien repartida, podríamos tener un planeta en armonía. Realmente para el planeta el problema no existe; somos un segundo en su historia y Gaia seguirá, como dice el tango argentino, “al mundo nada le importa, el mundo gira, gira y seguirá girando”.
Beatriz Calvo Villoria
Entre otros cargos Jesús Garzón es presidente del Concejo de la Mesta y fundador de diversas asociaciones de la naturaleza como el Fondo del Patrimonio Natural Europeo. Ha sido además director general de Medioambiente en la Junta de Extremadura y un buen amigo y colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente.