Amor
19 abril, 2016La perfección de la Verdad
19 abril, 2016¿Se puede beber té sin una taza?
¿Y si el té fuera el Espíritu de lo Divino, lo sin forma y la taza el método para convertir lo humano en receptáculo adecuado, lo formal? ¿Sería sensato acudir sin taza a beber el ardiente té del Espíritu, directamente sobre la boca?
El debate siempre abierto en los círculos de la “nueva espiritualidad libre de dogmas y formas” nos invita a reflexionar hoy en voz alta sobre la necesidad o no de seguir una vía, un camino formal para llegar a la identidad con lo Real -la Gran Liberación- o en su defecto la salvación del alma o dicho en términos budistas a no perder al menos en la transmigración del alma por los estados múltiples del Ser nuestra posición central que da acceso a esa liberación.
El hombre es formal por naturaleza, como entidad biológica o como criatura semántica. Necesitamos la forma pues somos formas, trozos de arcilla bastos que necesitan un modelado para engendrar el hueco que da verdadero sentido a nuestra existencia, como el vacío del vaso que es que le da su verdadero sentido o el hueco que deja la flauta para enunciar el misterio del ritmo y la melodía. Pues de engendrar vacío se trata, de ser útero espiritual para que el Logos de lo Innombrable se geste en nuestro interior y hable al mundo su mensaje de Conciencia, Seidad y Beatitud sin límite.
Todos los que han comprendido lo no-formal, es decir la metafísica más elevada como Shankaracharya, Dionisio el Aeropagita, Eckhart, Nicolás de Cusa, Proclo, Dogen, Lao Tze, Plotino, ibn´Arabi, Al Yili, etc. no menospreciaron lo formal y por extensión la religión sino que la desbordaron por arriba. Como nos cuenta un querido amigo “Shankara, el jñani supremo del hinduismo, compuso himnos a Shiva y Hafiz o Rumi, quienes hablaron una y otra vez de dejar atrás las formas a favor de la esencia, nunca descuidaron sus oraciones diarias pues su discernimiento plenamente despierto conocía la necesidad de formas externas para la preservación del equilibrio de la personalidad individual (inclusive el equilibrio de su personalidad…) y de la colectividad humana.
Todos ellos tenían la comprensión y la evidencia de que el común de los hombres, no llegando a su nivel, con frecuencia (en realidad casi siempre…) malinterpretan las actitudes de transcendencia y de libertad de un gnóstico.”
Como dice otro querido amigo “la comprensión de la No-dualidad o de la Unicidad no exige tampoco la abolición de una Ley en los comportamientos humanos, por la sencilla razón de que no vivimos en un mundo de santos y de sabios. Este ir más allá de las categorías morales es en definitiva una morada interior de los elegidos para el Paraíso, para aquellos que han realizado Sunyata, para los jivan-mukta, para los que han alcanzado la Gran Liberación”, el resto de nosotros si queremos convivir sin devorarnos desde nuestro egoísmo feroz en la dualidad en la que vivimos hemos de elegir una cartografía segura, un Dharma, una Ley que nos señale sabiamente lo que nos acerca y lo que nos aleja de la Verdad y el Amor que anhelamos.
Quizá, la única libertad que tenemos realmente es elegir o no liberarnos de la esclavitud de la ignorancia, los más prudentes avanzaran humildemente por alguna de las vías que Lo No Formal ha derramado desde la metahistoria, desde su Sobre Naturaleza a la historia del hombre para guiarlo en forma de rito, de liturgia, de Libro, de invocación y sacarlo a través de esa senda del tiempo profano y sumergirlo en un Tiempo Sagrado donde la taza se convierte en receptáculo adecuado para la alquimia del Cielo.
Beatriz Calvo Villoria