La nave: el cuerpo como mástil, la mente como vela, la respiración aliento que unifica
18 enero, 2016Caridad
18 enero, 2016Las palabras hablan de lo que el corazón contiene. Las palabras son vehículos en las que la sustancia del pensamiento viaja. Hay tradiciones que sostienen que el continente (la palabra) y el contenido, el nombre y lo nombrado, son lo mismo. Así que bajemos hoy, palabras para construir juntos nuevos significados, que abran la esperanza que la reflexión profunda incuba en el corazón, esperanza de saber ser uno con el cambio que nuestras comunidades humanas necesitan, en estos tiempos de intensos signos de advertencia.
Hay palabras que son fundacionales, esenciales, son las palabras con las que se han fundado desde el origen de los tiempos las verdaderas comunidades humanas. Palabras como conciencia, valores, visión, celebración, reequilibrar, participar, ser, espiritualidad, urden la trama de una convivencia que todos anhelamos, y que intentan abrir los ojos y el entendimiento para hacernos reaccionar como lo hicieron los habitantes de Tikopia, que «al ser concientes de que el consumo de carne de cerdo comportaba desequilibrios ecológicos y sociales», simplemente lo eliminaron y «transformaron radicalmente sus hábitos, su organización y su horizonte. Su cultura pudo continuar porque supo transformarse». Jordi Pigem.
Palabras para hablar de ese proceso de transformación necesario para la supervivencia; palabras-ventana para que entre el aire fresco y profundo que viene de los valles donde se ha engendrado la sabiduría de todos los pueblos; palabras de farol encendido para indicarnos que hay camino para el imprescindible cambio de mirada (de conciencia individual y colectiva). Palabras-consejo como las de la activista africana Wangari Maathai de que es momento de darnos esperanza unos a otros, de ayudar a despertar a los que aún duermen.
Palabras de poetas y de filósofos que ya no se estudian en las escuelas, para engarzarlas en un collar que nos haga comprender la fuerza de los valores que dan vigor al alma y a la sociedad, para evaluar nuestras prioridades, para desengañarnos de las soluciones a medias que no van a la raíz y recordarnos que necesitamos, por ejemplo, alegría de vivir.
Palabras bellas para coser un tejido que nos vista de dignidad, plenitud, de vida buena y palabras rigurosas acerca de la situación en la que se encuentra la humanidad: los límites del planeta, la extinción, la contaminación, la codicia, el consumismo, la ansiedad, la crisis sistémica.
Palabras que nos ayudan a cambiar un paradigma obsoleto, señalando las anomalías y los fracasos, y nos invitan a ser agentes del cambio, cambiando la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Son tiempos de transición, de revolucionar la conciencia, de escapar de los círculos viciosos para entrar en círculos virtuosos. Tiempo de romper la ilusión en la que vivimos esclavizados, la de sentirnos solos y volver a habitar en las leyes de la naturaleza, volver a arraigarnos en el mundo y en la comunidad, recuperar la sorpresa y la admiración ante el despliegue atómico en el que vivimos. Palabras para regresar a casa.
Beatriz Calvo Villoria