Somos uno: un homenaje a los pueblos indígenas
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7 enero, 2016Vicente Pascual Rodrigo, hizo de su vida una obra de arte, pulió en el recuerdo de lo Esencial su cuenco y tanto sus pinturas y los tres libros de poemas que nos ha dejado fueron actos para como él decía “vaciarse y ser, dentro de sus límites, un locus de la presencia divina.”
Insistía que no se trataba de llegar a ser como de dejar de ser y los que le conocimos hasta el ultimo día comprobamos en él ese dejarse ser, ese abandono y desapego para que lo que Es se muestre. Y como muestras o huellas de lo intangible que anhelaba nos regaló con su delicadeza, con su fina apreciación de la Belleza, con una inteligencia profunda asombrada ante lo Grande y lo pequeño, lo visible y lo oculto, y con una heroica aceptación de la enfermedad y la muerte que le rondó durante años. Era realmente una bella alma herida por el dulce amor a la Realidad Una.
En una de sus ultimas entrevistas decía “quizás la muerte venga mañana, y me dirá: Ya está, y le diré ¿ya está?, y me dirá ya está. Y ojalá me haya modelado a mí mismo con suficiente arte cuando eso pase”. Puedo atestiguar que sí, que hizo de ese arte de hacer bella el alma su vida y que como dijo Seyyed Hossein Nasr de su vocación creativa “Para él, como para los artistas tradicionales de antaño, todas las actividades humanas pueden convertirse en arte en el sentido más profundo y también se convierten en medio de conocerse a sí mismo y en última instancia de conocer esa verdad que se encuentra más allá de la esfera humana.”
Con este libro de poemas tenemos el privilegio de asomarnos a su alma modelada por años de serenidad del que se sabe encaminado, de contento con lo que simplemente es, de lucha activa por recobrar la esencia, de confianza en la Vida, de conocimiento y unión con la Bienamada. Sus poemas destilan alegría: “Así es mi bienamada: / amor, dicha y el reposo”. Sabiduría sencilla: “Y es que es todo un solo instante. / Un instante que perdura”. Belleza: “Como esa corza entre riscos. / Así es / el arrullo de mi amada”.
Siempre nos decía «Lo bueno está en lo que ocurre», refiriéndose a que cualquier situación en la que el destino nos haya situado es susceptible de ser vivida como una ayuda, o como un punto de partida, según el caso. Vicente lo cumplió en la enfermedad de la que sacó enseñanzas doradas, y en la muerte a la que se entregó despierto y lleno de esperanza. Su muerte fue una caridad para todos y como decía el profeta del Islam su tumba es la primera fase del viaje hacia la eternidad. Buen viaje amigo, gracias por tus versos, tus estelas.